¡Hola Mamá!

miércoles, 23 de junio de 2010

At the moment FOUR mums

Eso es, no jueges con fuego, te puedes quemar. - Eso decía él, del que se suponían tantas cosas, y luego nada.

Pero ella quería jugar con fuego, ese era su elemento, le gustaba el fuego, le daba vida, le daba su esencia.
Ella era una pequeña mecha a punto de encenderse, se encendía a veces, pero siempre acababa apagándose. 

Ahora estaba en la cama, sentada, rodeada de ropa, sin saber que meter en la maleta. Porque no sabía que llevarse a un viaje que no sabía como se iba a suceder, no sabía si llenarla de alegría o hacer un hueco a la melaconlía y la añoranza o llenarla de pañuelos para las lágrimas que iba a derramar. Ella no sabía que meter en la maleta de su vida, un viaje que le habia tocado vivir, pero que nadie le había dicho cómo, bueno al menos ella no conocía a nadie que supiera. Todos improvisaban, magnificamente, cómo si llevarán toda la vida pensando en ello, bueno, toda la vida no pero toda esa existencia de antes ese "limbo de los bebés".

Demasiado recorría su cabeza, sabía que se dejaba millones de sensaciones, millones de cosas, pero ese es el coste, el coste de oportunidad, tu eliges y algo te pierdes. Y ella no queria perderse nada, pero sucedía, quería saber cual era elección estrella. Aquella que la haría más feliz.

jueves, 17 de junio de 2010

Yo también.

Empezaba un nuevo día, con la despedida de las estrellas y la luna y la bienvenida del sol.

Se había dormido pensando en que tenía que poner el despertador una hora antes, y aún sin ponerlo su "despertador cerebro" se despertó una hora antes. Cosas de la vida o quizás es que esta chica con la cara llena de marcas de las sábanas y de las pesadillas era especial. Pero aunque se despertó antes, su cuerpo no quería desperezarse y por eso, siguió esperando el boli azul entre las hojas blancas a ser utilizado, no hizo el trabajo.

Lavarse los dientes, ducharse, toalla, vestirse, mirarse al espejo, peinarse, mirarse al espejo, salir de casa, llamar al ascensor, piso B, salir del portal, andar, pasar por el kiosco, pararse a comprar chicles de fresa y limón, casi perder el autobús.

Casi, casi, casi, casi tantas cosas. - Pensaba María.- Yo también puedo ser borde, pero te admiro, no creo en esas formas contigo, eres un IMPACTO en mi vida.

Y esta chica con una trenza y en el ipod sonando: She is a genius- Jet. Dejó su mente volar y cantar entre pausas.

Y seguía el día... CLASE CLASE CLASE CLASE CLASE.

Esta rutina la deprimía un poco, una depresión de esas que están pero que no se notan, porque... ¿Para qué hacer al mundo más infeliz con sus problemas? Ella sabía que había bastante gente triste que alegrar, y quien sabe en que momento podía provocar una sonrisa algo relacionado con ella.

Se sentó en la arena, entre sus amigos, como cada día. Y recordaron viejos tiempos, entre otros amigos, entre los mismos. Debatieron y llegaron a discutir varias ideas, pero no se borraba la sonrisa de su cara.

Porque aunque no se cómo, este grupo en el que se movía María, era tan diferente entre sí pero tan complementado y a la vez tan feliz y sonriente, que no me extraña que sea bastante feliz.

Pero llegó el momento ese momento que ella detestaba, lo detestaba más que estar llena de barro ante la puerta de su casa con la cara sucia y con un palito incrustado en su mejilla y... entonces ver que no hay nadie en casa o que cómo solía pasar su madre ignoraba sus llamadas, detestaba tanto ese momento del día que se transformaba.
Se transformaba en algo mecánico perdía sus espontaneidad y sus breves locuras. Pero sólo quedaban tres días y medio de sufrimiento.

Ya se acababan las clases, la esperanza de encontrar un buen profesor de filosofía y las carcajadas ante un problema dentro del recinto ese, en el que pasaba días y años de su vida, ese que era parte de su vida aunque se alegraba cada vez que aparecía la oportunidad de no ir. Porque en eso se basaba ir a clase, en discutir, aprender, enseñar, escuchar, comprender al profesor y llegar a casa y transformarlo todo en algo real.

¿Dónde está ella? En la mesa, con la luz encendida y abriendo un libro del que mañana se examinaría.

sábado, 12 de junio de 2010

Singing la la la mamá

Sí, Mamá.

Me hubiera gustado que estuvieras hoy aqui, que hubieras estado ayer, bueno la verdad me gustaría que hubieras estado siempre.

Porque el amor es algo fundamentalmente IMPRESIONANTE. Cada día soy más consciente porque me doy cuenta que se ama sin tener en cuenta distancia, tiempo, sexo, edad, medio o estado.

Que buena y que guapa eres Mamá! No envejeces! Ya sabemos tu y yo porqué, aunque estás tan cómo hace diez años que te echo de menos. Hoy me ha salido bien Mamá. Sé que estabas mirando, he confiado en mi misma cómo a ti te gustaría que hiciera.

Mamá, dejame hacer mios los recuerdos que otros tienen de ti, porque si no... me olvidaré de ti.

Te quiero.
"Éramos una gran familia, vivimos en otra casa durante un tiempo y luego hubo uno de esos momentos que ellos esperaban, que deseaban que no sucediesen, y que rompió el corazón de una familia, el corazón de grandes amantes. Ahora cantemos con una guitarra, recordando otros tiempos."

miércoles, 2 de junio de 2010

-Mamá, estoy enferma no puedo más.- repetía mientras se tocaba el pelo mojado. Se apartó un menchon y decidió mirar a su alrededor, sin pena pero si con cansancio.

Un gran montón de folios esperaban a ser estudiados encima de la mesa. Nietzsche esperaba entre ellos, a ser estudiado, entendido, alabado, contradecido y por fin, aprendido.

-Mamá te echo de menos cada día que pasa. Te echo de menos y te quiero. Pero como te puedo echar de menos, dime cómo.

Se repetía esto cada día. Y como siempre, sacudió la cabeza se levantó de la cama y se puso a organizar esa vida que no le pertenecia. Esa vida que quizás otro honraría más.

Pero eso da igual, María puso mozart a bailar y entre sus notas empezó a conocer a Nietzsche y un poco más de la vida. Porque cada momento que pasaba, era menos tiempo sola, se acercaba más a su madre. Más a ese reencuentro tan esperado, a ese reencuentro sorpresa.

Y así pasaban los minutos, casi todos con una sonrisa en la boca y un buen sabor de boca. Y cuando estos desaparecían, aumentaba más su nostalgia. Pero de esto ya hablaremos otro día.