¡Hola Mamá!

jueves, 17 de junio de 2010

Yo también.

Empezaba un nuevo día, con la despedida de las estrellas y la luna y la bienvenida del sol.

Se había dormido pensando en que tenía que poner el despertador una hora antes, y aún sin ponerlo su "despertador cerebro" se despertó una hora antes. Cosas de la vida o quizás es que esta chica con la cara llena de marcas de las sábanas y de las pesadillas era especial. Pero aunque se despertó antes, su cuerpo no quería desperezarse y por eso, siguió esperando el boli azul entre las hojas blancas a ser utilizado, no hizo el trabajo.

Lavarse los dientes, ducharse, toalla, vestirse, mirarse al espejo, peinarse, mirarse al espejo, salir de casa, llamar al ascensor, piso B, salir del portal, andar, pasar por el kiosco, pararse a comprar chicles de fresa y limón, casi perder el autobús.

Casi, casi, casi, casi tantas cosas. - Pensaba María.- Yo también puedo ser borde, pero te admiro, no creo en esas formas contigo, eres un IMPACTO en mi vida.

Y esta chica con una trenza y en el ipod sonando: She is a genius- Jet. Dejó su mente volar y cantar entre pausas.

Y seguía el día... CLASE CLASE CLASE CLASE CLASE.

Esta rutina la deprimía un poco, una depresión de esas que están pero que no se notan, porque... ¿Para qué hacer al mundo más infeliz con sus problemas? Ella sabía que había bastante gente triste que alegrar, y quien sabe en que momento podía provocar una sonrisa algo relacionado con ella.

Se sentó en la arena, entre sus amigos, como cada día. Y recordaron viejos tiempos, entre otros amigos, entre los mismos. Debatieron y llegaron a discutir varias ideas, pero no se borraba la sonrisa de su cara.

Porque aunque no se cómo, este grupo en el que se movía María, era tan diferente entre sí pero tan complementado y a la vez tan feliz y sonriente, que no me extraña que sea bastante feliz.

Pero llegó el momento ese momento que ella detestaba, lo detestaba más que estar llena de barro ante la puerta de su casa con la cara sucia y con un palito incrustado en su mejilla y... entonces ver que no hay nadie en casa o que cómo solía pasar su madre ignoraba sus llamadas, detestaba tanto ese momento del día que se transformaba.
Se transformaba en algo mecánico perdía sus espontaneidad y sus breves locuras. Pero sólo quedaban tres días y medio de sufrimiento.

Ya se acababan las clases, la esperanza de encontrar un buen profesor de filosofía y las carcajadas ante un problema dentro del recinto ese, en el que pasaba días y años de su vida, ese que era parte de su vida aunque se alegraba cada vez que aparecía la oportunidad de no ir. Porque en eso se basaba ir a clase, en discutir, aprender, enseñar, escuchar, comprender al profesor y llegar a casa y transformarlo todo en algo real.

¿Dónde está ella? En la mesa, con la luz encendida y abriendo un libro del que mañana se examinaría.

2 comentarios:

  1. JET, joder, de la misma manera que tu otro blog regala alegría, este reparte amor.
    LOVE IS THE BEST.

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  2. ¿Quién es ella?
    Una chica normal siguiendo su monotonía, su camino de todas las mañanas...

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